Cáncer

AQUÍ ESTÁ LA CLAVE DEL CÁNCER

Aurea Docampo fotos

No es casualidad que prolifere tanto en nuestra época ni que se le combata con tanto empeño y tampoco éxito. Las investigaciones del oncólogo norteamericano Hardin B. Jones, indican que la esperanza de vida de los pacientes no tratados, es mayor que la de los pacientes tratados.

La enfermedad del cáncer es expresión de nuestra época y de nuestra ideología colectiva. Experimentamos en nosotros como cáncer sólo aquello que nosotros mismos vivimos.

Nuestra época está marcada por la expansión implacable y la persecución de los propios intereses. En la vida política, económica, religiosa y privada, el ser humano trata de extender sus propios objetivos e intereses sin miramientos, sobre las fronteras (morfología), establecer puestos estratégicos para favorecer sus intereses (metástasis) y hacer prevalecer exclusivamente sus ideas y objetivos, utilizando a todos los demás en beneficio propio (parasitismo). Todos argumentamos como la célula cancerosa. Nuestro crecimiento es tan rápido que también nosotros tenemos problemas de abastecimiento.

Nuestros sistemas de comunicación se extienden por todo el mundo, pero a veces falla la comunicación con nuestro vecino o con nuestra pareja. El ser humano tiene tiempo libre, pero no sabe qué hacer con él. Producimos alimentos y luego los destruimos, para manipular los precios. Podemos dar la vuelta al mundo cómodamente, pero no nos conocemos a nosotros mismos. La filosofía de nuestro tiempo, no conoce otro objetivo que el crecimiento y el progreso. El ser humano trabaja, experimenta, investiga, ¿para qué? ¡Por el progreso¡ ¿Qué objetivo tiene el progreso? ¡Más progreso¡ El progreso como objetivo es absurdo, ya que no tiene punto final. La humanidad va en un viaje sin destino. Constantemente se fija cada vez nuevos objetivos, para no desesperar. La ceguera del hombre de nuestro tiempo no tiene nada que ver con la ceguera de la célula del cáncer.

A fin de favorecer la expansión económica, durante décadas el hombre utilizó el medio ambiente como un suelo nutricio, y hoy comprueba “consternado” que la muerte del huésped significa también la muerte propia. Los seres humanos consideran todo el mundo su suelo nutricio: plantas, animales, minerales. Todo está ahí únicamente para que nosotros podamos extendernos sobre toda la Tierra.

¿De dónde sacan los hombres que así se comportan, el valor y la desfachatez para quejarse del cáncer? ¡Si no es más que nuestro espejo¡

Él nos muestra nuestra conducta, nuestros argumentos, y también el final del camino. No hay que vencer el cáncer, sólo hay que comprenderlo, para poder comprendernos a nosotros mismos. ¡Pero los seres humanos siempre tratan de romper el espejo cuando no les gusta su cara¡ Los seres humanos tienen cáncer porque son cáncer.

El cáncer es solamente un intento desesperado de nuestras células para seguir con vida. Luchar contra ellas, en realidad, significa luchar contra nosotros mismos. Es importante entender que las células cancerosas no son enemigos procedentes del exterior. Las células cancerosas representan el intento desesperado de parte de algunas células por sobrevivir.

Por lo tanto, el cáncer no es nada más que un mecanismo de defensa que tienen ciertas células del organismo para continuar con vida en un entorno ácido y carente de oxígeno.

El cáncer en realidad más que una enfermedad, es el mecanismo final de defensa y más desesperado de supervivencia que tiene el cuerpo a su disponibilidad. El cáncer solo toma control del cuerpo, cuando todas las otras medidas de protección o auto-preservación han fallado.
El cáncer, al igual que toda enfermedad, en realidad es una experiencia que nos da la oportunidad de manifestar nuestra capacidad de superación, y nos trae un gran aprendizaje.
El cáncer es el último aviso que nos da el cuerpo para que cambiemos nuestra actual forma de vivir y reconectemos con nuestra verdadera esencia interior, y vivamos en coherencia.
El cáncer es nuestra oportunidad para ver en él nuestros vicios mentales y equivocaciones. En última instancia, el cáncer naufraga por la polarización “Yo o la comunidad”.
Él sólo ve esta disyuntiva y se decide por la propia supervivencia, independientemente del entorno para comprender demasiado tarde, que él depende del entorno. Le falta la conciencia de una unidad mayor y más completa.
Él sólo ve la unidad en su propia limitación. Esta falta de comprensión de la unidad es algo que las personas tienen en común con el cáncer. También el individuo se limita en su propia mente, marcando ante todo la división entre Yo y Tú.
Se piensa en “unidades”, sin advertir que es un concepto aberrante. La unidad es la suma de todo lo que es, y no reconoce nada fuera de sí. Si se divide la unidad, se forma la multiplicidad, pero esta multiplicidad sigue siendo, a fin de cuentas, parte de la unidad. Cuanto más se aísla un ego, más pierde la conciencia del todo, del que él sólo es una parte. El ego concibe la ilusión de poder hacer algo “por sí solo”. Pero el verdadero aislamiento del resto del universo no existe. Es algo que solo puede imaginar nuestro Yo.

En la medida que el Yo se aísla, el ser humano pierde la “religión”, la trabazón con el principio del Ser. Después el ego trata de satisfacer sus necesidades, y nos traza el camino a seguir. Al Yo le resulta grato todo aquello que favorece la separación, que sirve a la diferenciación, porque con cada acentuación de los límites, se percibe más claramente a sí mismo. El ego sólo tiene miedo de la unión con el todo, porque eso presupone su muerte. El ego defiende su existencia con ahínco, y buenos argumentos con tal de sobrevivir. Y así se crean objetivos que no son tales objetivos.

Nosotros los humanos, estamos en la polaridad, ¿de qué nos sirve un objetivo que sólo sea polar? Ahora bien, si el objetivo es la “unidad”, ello significa una cualidad del Ser totalmente diferente de la que experimentaremos en la polaridad. Ahora bien, el objetivo de la “unidad” sólo puede alcanzarse sacrificando el Yo, porque mientras haya un Yo, habrá un Tú, y seguiremos en la polaridad. Para “renacer” en espíritu” antes hay que morir, y esta muerte afecta al Yo. Mientras nuestro Yo luche por la vida eterna, seguiremos fracasando como la célula del cáncer. Ni el cáncer ni el ser humano han comprendido todavía, que buscan en la materia, algo que no está ahí, la vida. Se confunde el contenido con la forma, se trata de conseguir el codiciado contenido. Pero Jesús advirtió: “El que quiera conservar la vida la perderá”. Por lo tanto, todas las escuelas iniciáticas enseñan desde tiempo inmemorial el camino opuesto: sacrificar la forma para recibir el contenido o, en otras palabras: el Yo debe morir para que podamos volver a nacer el Ser. Desde luego el Ser no es mi ser, sino el Ser. Es el punto central que está en todo, puesto que abarca todo lo que es. El objetivo supremo exige siempre Sacrificio del Yo, la Muerte del Ego. Nosotros no podemos redimir nuestro Yo, sólo podemos desprendernos de él y entonces estamos salvados. El miedo que en este momento suele sentirse a no ser en adelante, sólo confirma lo mucho que nos identificamos con nuestro Yo, y lo poco que sabemos de nuestro Ser. Y precisamente aquí, donde está la posibilidad de solución de nuestro problema con el cáncer. Cuando al fin, lenta y gradualmente, aprendamos a cuestionarnos nuestra obsesión por el Yo, y nuestro afán de diferenciarnos, y nos dediquemos a abrirnos, empezaremos a vivir como parte del todo, y también a asumir responsabilidad por el todo. Entonces comprenderemos que el bien del todo y nuestro bien, son lo mismo, porque nosotros somos uno con el todo.

También cada célula recibe toda la información genética del organismo. ¡Ella sólo debe comprender que, en realidad, ella es el Todo¡ “Microcosmos = Macrocosmos”, nos enseña la filosofía hermética. En realidad, la suerte del Yo y del Tú, de la Parte y el Todo, no puede separarse. La muerte que la célula cancerosa produce en el organismo es también su propia muerte, del mismo modo que, por ejemplo, la muerte del medio ambiente trae consigo nuestra propia muerte. Pero la célula del cáncer cree en el exterior separado de ella, lo mismo que los seres humanos creen en un exterior. Esta creencia es mortal. El remedio se llama amor. El amor cura, porque suprime las barreras y deja entrar al otro para formar la unidad.

El cáncer no muestra amor vivido, el cáncer es amor pervertido.

  • El amor es la unión con todo, se hace extensivo y no se detiene ante nada.
  • El amor no teme la muerte, porque el amor es vida
  • El que no vive este amor en su conciencia, corre el peligro de que su amor pase a lo corporal y trate de imponer ahí sus leyes en forma de cáncer.
  • El cáncer es amor en el plano equivocado. La perfección y la unión, sólo pueden realizarse en el espíritu y no en la materia, porque la materia es la sombra del espíritu. El cáncer es el síntoma de un amor mal entendido. El cáncer sólo respeta el símbolo del amor verdadero. El símbolo del amor verdadero es el corazón. El corazón es el único órgano donde las células no pueden mutar.
    El cuerpo siempre tiene razón. La medicina académica hace todo lo contrario: se alía con el paciente en contra del síntoma. En realidad, no hay que pelear contra la enfermedad y sus síntomas, sino que debemos utilizarlos como eje de la curación. Por último reitero, que no hay que vencer al cáncer, sólo hay que comprenderlo, para poder comprendernos a nosotros mismos.
    Mientras nuestro Yo luche por la vida eterna, seguiremos fracasando como la célula del cáncer. El resumen de toda enfermedad, es la falta de amor a uno mismo. Cuando seamos conscientes de ello, la enfermedad será una ilusión. Sanarse ya dependerá de uno mismo, y lo mejor, es que se sana para siempre.

    Luis Ferrer Fernández
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