EL MIEDO.
El miedo es uno de los mayores causantes de las enfermedades en general, y muy particularmente del cáncer.
Una persona que tenga cáncer lo primero que tiene que hacer es aceptar su enfermedad.
Entender que el cáncer viene a su vida para traerle un mensaje de cambio radical en su vida.
Y que antes de empezar cualquier tratamiento, lo primero que tiene que hacer aunque parezca una ironía, es erradicar el miedo de su mente. Las células del cuerpo solo pueden estar en modo curación o destrucción.
El miedo acelera los tumores y crea otros nuevos. Mientras la persona tenga miedo, el cuerpo no se cura de cáncer. Las células captan el mensaje de nuestra mente y lo transmiten a todo el cuerpo. Da igual el tratamiento que hagamos.
Mientras la persona (insisto), tenga miedo, el cuerpo no se puede curar. Por eso a muchos enfermos de cáncer que eligen la medicina alternativa, les ponen en cuarentena y los aíslan en una casa de campo con cuidados y un régimen de vida específico.
Es la única forma que puedan estar tranquilos y propiciar así las condiciones favorables, para que el cuerpo se cure.
La experiencia de muchas personas que ya se han curado es común: Abrazar la espiritualidad, estar tranquilo (hacer yoga o meditación), para que el sistema inmunológico del cuerpo pueda hacer su trabajo.
Hacer lo que te guste, cambiar de vida.
Disfrutar el día a día.
Risas y abrazos. Enfocarse en la salud y no en la enfermedad. Cambio de dieta radical, etc..
Cuando una persona tiene miedo a que no le quieran, tiene una tendencia a amoldarse a una forma de ser que no es la suya, acaba convirtiéndose en lo que los demás esperan de él. Esas personas suelen ser personas queridas a las que uno quiere agradar, y creemos que si los complacemos en todo, nos van a querer más.
El problema de eso, es que si tú, con el deseo de que te quieran llegas a renunciar a tu libertad, y acabas sufriendo enormemente.
Tienes que tener en cuenta, que la persona que realmente te quiere, nunca te pedirá que dejes de ser tú mismo, y no permitirá que anules tu voluntad. El que te pide eso, realmente no te quiere.
Y tampoco te va a querer por más que te esfuerces.
Es un esfuerzo que no vale la pena hacer.
EL PERDÓN.
El perdón es el camino más fácil para sanarse de manera definitiva. Al asumir el 100% de nuestra responsabilidad es el camino más corto.
Cuando nos damos cuenta que solo son “nuestros programas” los que no nos permiten ver las cosas con claridad, dejamos de culpar los factores externos y decidimos tomar responsabilidad, las puertas del paraíso se abren para nosotros, y alcanzamos un estado de infinitas posibilidades.
En cambio, cuando estamos enojados con alguien o por algo, perdemos nuestra libertad.
Nuestros propios sentimientos de odio nos condenan y atan.
Somos esclavos de ellos.
De este modo sólo nos dañamos a nosotros mismos.
Podemos liberarnos a través del perdón.
El perdonar forma parte del camino.
Más corto y más fácil.
Pero no es necesario hablar con nadie para informarle que lo hemos perdonado.
Este es un trabajo interno.
Es un proceso que se da entre nosotros y Dios.
Me centro, me observo y tomo conciencia de la situación.
Me digo a mí mismo: ”Esto lo estoy creando yo, son mis pensamientos del otro. Esto es producto de mis programas, mis grabaciones mi percepción. Yo puedo cambiarlo”.
Mientras nos amemos y cuidemos de nosotros mismos, amaremos y cuidaremos a los demás.
Entonces, ¿Cuáles son las claves de este proceso liberador?
La curación sólo puede realizarse en el momento en el que uno se perdona a sí mismo. Esta etapa tiene el poder de transformar no sólo nuestro amor hacia nosotros mismos, sino también el corazón y la sangre en nuestro cuerpo físico.
Esta sangre nueva, reenergetizada por el influjo de este amor reencontrado, es como un bálsamo que circula por todo el cuerpo: a su paso transforma y rearmoniza las células. Aun cuando intelectualmente te resulte difícil creerlo, ¿qué puedes perder por probar?
PASOS PARA EL PERDÓN
|